Aspectos socioculturales

Aunque la normativa de prevención de riesgos laborales sea de común aplicación a la gran mayoría de sectores profesionales del país, su traslado, aplicación o puesta en práctica, como es lógico, debe hacer frente a dificultades que, en algunos casos son comunes, y en otros particulares de cada sector.

Esto es lo que sucede en el sector de la construcción, al que se le atribuye un elevado valor en la economía española.

Las singularidades del sector de la construcción se deben estudiar para comprender cómo las técnicas preventivas, y entre ellas la formación, influyen en los conocimientos, habilidades y actitudes de los trabajadores.

A continuación analizaremos algunos conceptos que nos facilitan una mejor aproximación a ciertos aspectos socioculturales del trabajo en el sector de la construcción:

  • Riesgo y peligro.
  • Concepto de salud.
  • Cultura de trabajo.
  • Formación e información.
  • Protecciones individuales y colectivas.

 

    1. Riesgo y peligro

En la referencia a las formaciones que se ha realizado anteriormente, se menciona la importancia que tiene que, gracias a la formación, conozca los principales riesgos de su trabajo, de los equipos de trabajo que emplee y de la propia obra en la que actúa. Además, se espera que sea capaz de identificar esos riesgos y aplicar las medidas de protección y de prevención que se consideren necesarias.

 

Se supone que se sigue una sencilla secuencia de este tipo:

En la práctica, no es así. Por un lado, en ocasiones el trabajador no es consciente del riesgo, y eso puede pasarnos a todos en cualquier momento de nuestra vida.

Por otra parte, esa percepción del riesgo se ve influenciada ante situaciones de riesgo por las creencias y valores preexistentes y la presión del entorno, especialmente en el caso de trabajadores más jóvenes.

En este caso, la formación y la información previa juegan un papel esencial. Por ejemplo, es de esperar que un técnico en prevención de riesgos laborales tenga más facilidad para identificar condiciones inseguras o comportamientos de riesgo. Sin embargo, esa propia formación y experiencia pueden promover que veamos los riesgos que estamos acostumbrados a ver, y otros pasen desapercibidos. Por eso se producen variaciones entre las evaluaciones técnicas realizadas por diferentes técnicos del servicio de prevención. Y si esto pasa entre técnicos, es aún más frecuente esa disparidad de criterio entre los técnicos de prevención y los propios integrantes de la empresa.

Es más sencillo captar la atención hacia aquellos asuntos de seguridad y salud que tienen un efecto inmediato (incidente, accidente), antes que hacia aquellos que pueden manifestarse en el futuro (enfermedad profesional, daño para la salud).

Un buen ejemplo de esta situación es la protección frente a las radiaciones solares. Pese a ser conocido el efecto de la radiación ultravioleta (UV) a la que están expuestos muchos trabajadores de la construcción, es complicado sensibilizarles hasta conseguir que se apliquen crema solar cuando sea necesario.

Desde el propio ámbito de la prevención de riesgos, al vincular las acciones en el trabajo de las personales o comunitarias se provoca un refuerzo entre esos comportamientos que se trasladan en su totalidad de lo profesional a lo personal.

Volviendo al ejemplo anterior, puede que los trabajadores que se aplican crema solar en la obra, también acaben haciéndolo en su vida personal, cuando igual están menos tiempo expuestos a la radiación solar que en su entorno laboral.  

Cuando se consulta a los trabajadores sobre cuáles son, a su juicio, los principales factores que configuran el riesgo percibido en sus lugares de trabajo, se obtienen estos resultados:

           

  • Esfuerzos o posturas forzadas: los trabajadores saben que pueden derivar en lesiones o daños músculo-esqueléticos, y se sienten más concernidos.
  • Exceso de confianza o costumbre: los trabajadores en muchas ocasiones no son conscientes de que incorporan en su trabajo malos hábitos desde el punto de vista de la seguridad.
  • Cansancio o fatiga: los trabajadores pueden atribuirlo a la presión por mantener una elevada productividad.
  • Acelerado ritmo de trabajo: pueden atribuirlo también a las presiones por la productividad.

 

En conclusión, al diseñar una intervención para formar, informar o persuadir a los trabajadores, no debemos pasar por alto este rasgo cultural de la interpretación de cómo perciben un riesgo y qué importancia darle.

 

    1. Concepto de salud

 

Si nos atenemos a la evolución histórica del sector de la construcción, se puede observar que no ha resultado fácil la incorporación de ciertos hábitos saludables. A título de ejemplo, respecto a la actividad física que lleva aparejada el trabajo en la obra, se consideraba que era suficiente para dar cumplimiento a las necesidades diarias.

Esto ha cambiado en la actualidad. La percepción que tienen los trabajadores más jóvenes hacia su papel en el cuidado de la salud ha mejorado. Es un reflejo de la tendencia actual por el cuidado del estado físico, donde la motivación por el ejercicio, a pesar de tener muchos componentes estéticos, acaba incorporándose al modo de vida de los trabajadores.

Si nos centramos en la actividad física como indicador de salud, una vez consultados los trabajadores en una encuesta realizada en la construcción (Martínez Guirao, JA, 2015), el 81% declaraba hacer deporte habitualmente, siendo la práctica deportiva más común el fútbol sala, practicado casi en exclusiva los fines de semana, seguido de lejos por la carrera continua.

Aunque los trabajadores de la construcción son conscientes del desgaste físico asociado a su trabajo, y pese a que frecuentemente refieren padecer dolores de espalda, rodillas y articulaciones, parece que aún queda margen de mejora para una mejor concienciación sobre salud.

Por ejemplo, al igual que sucede en otros sectores, ciertas lesiones ni siquiera son consideradas como tales por los trabajadores.

Con todo ello, se observa que poco a poco se va cambiando hacia una mayor preocupación por ciertos aspectos de la salud (forma física). Del mismo modo, la consciencia de la conexión entre la conservación de un buen estado de salud y la no asunción de riesgos profesionales se va haciendo cada vez más presente entre los trabajadores y los mandos. Por el contrario, aquellos daños no vitales, como lesiones menores derivadas del trabajo en ocasiones pasan desapercibidas, lo que dificulta que pueda actuarse en consecuencia.

 

    1. Formación e información

 

La normativa de prevención de riesgos hace hincapié en el uso de la información y de la formación de los trabajadores. Por un lado parece obvio que se reconozca ese derecho del trabajador. Sin embargo, al no establecerse cuáles son los mecanismos adecuados para llevar a cabo esa transferencia de información y de conocimiento, puede limitarse ese derecho a recibir un panfleto de difícil interpretación y, lo que es más grave, de difícil traslación a la práctica cotidiana del trabajador.

Esto se agrava sobre manera cuando:

  • ni quien debe trasladar la información e impartir la formación está especialmente motivado;
  • ni quien debería formarse y estar informado manifiesta el necesario interés por la materia.

Pues bien, estas circunstancias se dan en muchos sectores profesionales. Además, muchas empresas (y no pocos trabajadores) consideran el tiempo destinado a la formación en prevención de riesgos laborales como tiempo no productivo.

La formación en la empresa no es la solución a todos los retos de la prevención de riesgos pero sí una técnica útil y necesaria, seguramente fundamental, para desarrollar el clima preventivo (…) para interiorizar estos aspectos es necesaria una predisposición previa y es aquí donde la formación entronca con el concepto de cultura preventiva. Desarrollar esta predisposición hacia una cultura de seguridad, de la prevención, supone trabajar sobre valores, actitudes y comportamientos del conjunto de la sociedad y de sus colectivos y organizaciones para avanzar de manera estable y permanente en la mejora de las condiciones de trabajo.

Riesgos laborales en la construcción: un análisis sociocultural (12015)

Los objetivos de los responsables de que la intervención vaya dirigida a formar o concienciar son superar todas estas barreras para que los conceptos clave impacten adecuadamente en sus destinatarios.

Cabe mencionar a título de ejemplo, el interés que llegan a producir los cursos de seguridad vial laboral, donde los asistentes ven de forma muy rápida cómo es posible mejorar su seguridad durante la conducción, con unas pocas modificaciones en sus hábitos de conducción. En estas experiencias formativas los asistentes reciben información y formación en elementos prácticos dirigidos a mejorar su percepción del riesgo y a conseguir actuar con la necesaria anticipación para prevenir incidentes y accidentes.

Si logramos trasladar a las intervenciones sobre prevención de riesgos laborales determinados elementos didácticos que se aplican en otros ámbitos, como en seguridad vial laboral, podremos mejorar la transmisión de conocimientos, habilidades y actitudes.

 

    1. Protecciones individuales y colectivas

 

Otro elemento importante en el sector de la construcción y que puede ser indicativo de la cultura del trabajo en las organizaciones es el uso adecuado de protecciones.

Tanto los equipos de protección individual como las protecciones colectivas son considerados por algunos trabajadores y empresas como elementos que pueden ralentizar el trabajo y hacen perder mucho tiempo.

Es lo mismo que sucede en seguridad vial: los peatones que cruzan indebidamente no lo hacen tanto por ignorancia de la normativa si no por un exceso de confianza en las propias capacidades.

El exceso de confianza suele ser una de las principales razones que explica el por qué no se usan ciertos equipos de protección cuando racionalmente se es consciente de su obligatoriedad. Y también parece influir en esa negativa a usarlos una inadecuada percepción del riesgo y de sus consecuencias.